Pataleta pasada por consciencia
Esta mañana Divino ha tenido un momento pataleta nada más levantarse. Quería que lo llevara en brazos de la cama al comedor. Le he explicado que me dolía la espalda y que tendría que ir caminando. Se ha enfadado tanto que, tal como he salido de su habitación, ha tirado un tren de madera al suelo. He entrado justo cuando sostenía un cuento que estaba a punto de tirar también. Le he pedido que no lo hiciera, me ha mirado desafiante y lo ha dejado caer. Mi primera reacción ha sido enfadarme, reñirle y decirle que no podía bajar a desayunar hasta que no recogiera las cosas. Ha corrido hacia la cama y se ha sentado con cara de enfadado.
Lo he dejado solo en su habitación un par de minutos. En ese tiempo he puesto consciencia en lo que estaba pasando, he puesto mi mano en mi corazón y he cerrado los ojos. Cuando he entrado de nuevo me he sentado a su lado y hemos hablado:
Yo – ¿Cómo te sientes, triste o enfadado?
Divino – Triste
Yo – ¿Y cómo te gustaría estar, triste o contento?
Divino – Contento
Yo – ¿Y tirar esas cosas te ha ayudado a estar más contento o hace que estés más triste?
Divino – Más triste
Yo – Pues si hacer estas cosas no te ayuda a estar contento, ¿por qué las haces?
Divino – … (silencio)
Yo – Bueno no pasa nada, quédate tranquilito pensando en lo que ha pasado y cuando recojas lo que has tirado baja que te estaré esperando con el desayuno, ¿vale? Te quiero.
Y he bajado con la plena confianza de que bajaría cuando hubiese recogido. Cinco minutos más tarde Divino asomaba la cabeza muy contento “Mami, te tengo que decir una cosa, he recogido los juguetes”. Le he preguntado cómo se sentía y me ha dicho que contento.
El resto del día hemos fluido de maravilla. Teníamos excursión programada a un pueblecito rodeado de viñedos. Hemos visitado un castillo, hablado con un burro, comido uvas directamente de las cepas y de camino a casa nos hemos cruzado con un desfile de diablos y dragones. Divino llevaba puestos sus Alibaba Ngorongoro, tres personas me han preguntado dónde los he comprado. No falla, siempre que le pongo unos Alibaba, alguien pregunta.
De vuelta a casa, después de un día genial, hemos continuado conversando acerca de lo que había pasado por la mañana. Quería asegurarme que Divino entiende y es consciente. Hemos hablado sobre porqué se había sentido triste, sobre mi derecho a decir no, el respeto hacia las personas, hacia las cosas y hacia uno mismo, y sobre la importancia de distinguir entre aquello que nos acerca a nuestro objetivo y lo que nos aleja, para poder elegir de manera consciente acorde a nuestros sentimientos.
Es posible que a alguna alma lectora le parezca raro hablar así a una divina creación de 4 años, pero créeme si te digo que sus almas son muy sabias y entienden mucho más de lo que puedan aparentar. Escucha a tu corazón y permite que fluyan las palabras, si se lo dices desde el amor, llegarás a resultados extraordinarios. Ayudando a tomar consciencia transformamos el mundo.
Sonriéndote desde el corazón,
Divina